El fracaso de Cacho Castaña

Sentado en un colectivo de la línea 60, buscando en mis pocas neuronas un semblante de creatividad, observé a través de la ventanilla abierta de la septuagenaria que estaba sentada delante de mi butaca, que el local donde estaba ubicado el emprendimiento textil “Las Castañitas” tiene un cartel inmobiliario que anuncia la búsqueda de inquilinos. De inmediato, prendí mi teléfono móvil y el acto sólo sirvió para comprobar que sigo sin crédito. Decidí bajarme a pocas cuadras de Cabildo y Juramento, e ingresé a un locutorio para chequear la información que la calle me entregaba en bandeja y con un moño a doble nudo. Lamentablemente, gente linda, a Cacho de Buenos Aires no le fue bien con la empresa que le montó a su juvenil esposa Andrea y debió darle la baja al local más importante y mejor ubicado de la flamante marca que lanzó el año pasado.