La noticia de la semana pasada fue lo bien que Amalia Granata recuperó su silueta a cuatro meses de ser mamá, abrazada a su pareja Leo Squarzon
en las playas de Miami. Allí fue donde se inició el tórrido romance que
desembocó en un rápido embarazo y una polémica feroz, cuando se
descubrió que Granata había sido víctima de los cuernos de su flamante novio con una tal Pau Linda, una versión desgraciada, mezcla de vedette de los 80 y Mariana Nannis sin estilo.Pero
Granata perdonó la infidelidad y la relación con Squarzon continuó, al
igual que su embarazo. Mientras militaba en política en Santa Fe -donde
no la quieren de candidata- llegó a este mundo el bonito Roque, producto
de la relación que pareció afianzarse tras los tumultos iniciales,
llegando inclusive al anuncio de un próximo casamiento.Ahora la pareja se fue a celebrar el amor y la bonanza a aquellas playas donde se enamoraron.
Granata y Squarzon pudieron reír recordando cuando se mensajeaban por
WhatSapp, mientras ella ayudaba a su hija Uma con la tarea. En cuestión
de horas, Amalia dejó el cuaderno de la nena y salió disparada en un
avión a conocer a quien sería el futuro padre de su hijo.Lo que no contaron -y las malas lenguas aseguran- es que la pareja dejó al pequeño de apenas cuatro meses al cuidado de una empleada que sólo hace un mes trabaja en casa de Granata.
Llamativo. Nadie duda de lo bien que Amalia se hizo cargo de la crianza
de su hija Uma -producto de su fallida relación con el Ogro Fabbiani-
pese a las inestabilidades de su padre y a la cantidad de dinero que aún
le debe por cuotas alimentarias atrasadas.Por eso llama la
atención que un bebé tan pequeño haya quedado lejos de su madre, y
además a cuidado de alguien no tan cercano o de confianza. Será Amalia
quien despeje las dudas y los rumores -entendemos, maliciosos- sobre
esta cuestión. Aunque ella se ha dedicado, por ahora, a anunciar un
próximo casamiento con Squarzon en noviembre, en Miami, donde esperemos
que lleve al bebe.
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