El tango es un terreno resbaladizo para aquellos que intentan
contarlo por primera vez. La tradición fricciona con la vanguardia, el ayer y el
hoy tienen una charla en la que no siempre el resultado es
favorable.Sin embargo, Flavio Mendoza decidió con la estética de su sello
"Stravaganza", bucear en el mundo apasionado y paradigmático de hoy con un show
digno de Las Vegas.En la intimidad de un salón ("Roma") aparece un joven bohemio
buscando ser poeta (Virgilio: en alusión al compositor tanguero
Virgilio Expósito). Nico Vázquez se mete de lleno en el tango y se deja
inundar de desencuentro, locura y belleza. Vázquez sorprende en un rol nuevo y
comprometido, en donde no hay lugar para medias tintas. Ternura, comicidad,
desgarro y hasta acrobacia componen su intervención y sale airoso con el aplauso
de pie del público. El galán teen, el cómico jóven, y sus trabajos
televisivos quedan atrás después de este personaje que lo consagra actoralmente
como un intérprete maduro.El desafío de este poeta es escribir en una noche, una historia de amor al
ritmo de tango, pero un amor más líbre que el heteronormativo con el que fuimos
educados todos. Un amor de a tres, donde confluyan los mismos tópicos que
ocurren en cualquier amor: ternura, afecto, pasión, desencuentro... y la paleta
seguirá mostrando sus colores emocionales.En el salón "Roma" se encuentra con su musa, el cómico Gonzalo Costa
transformado en un diva de los '50 que acompaña en su proceso creativo al jóven
Virgilio. Costa lleva la matríz humorística del show con una inmensa empatía con
el público y un manejo de escenario digno de quien lo ha recorrido durante
años.Como acompañante de la "Musa" aparece el mudo, el genial clown
Emiliano Friguglietti que "sin una palabra" podrá narrar, hacer malabares y
coreografías de manera virtuosa y magistral. Su vida transcurrió en el
circo, comenzó a actuar a los 3 años. Su abuelo fue dueño del Circo Galilei y el
fue una de las figuras del Circo Servián. Maravilloso trabajo en escena,
una vez más.En el ensamble pueden verse figuras del tango-danza que transitaron
diferentes tanguerías de Buenos Aires y se pusieron al servicio de Flavio para
irrumpir con una estética más circense, brillante y ampulosa.El vestuario es sencillamente descomunal, merece una mención aparte. Los
cambios son sin solución de continuidad y cada uno sorprende más que el
anterior.Los bailarines principales son: "Malena" (Melina Greco) representa la
lealtad, "Floreal" (Sebastián Acosta) la ternura y "Astor" (Ariel Caramés) la
pasión.El amor de a tres es la excusa para encontrar nuevas definiciones a
un amor que no debería ser nomenclado ni encarcelado en formas. Flavio se mete
en un género que fue y es revolucionario como el "tango" para contar una nueva
forma de amor: la que cada uno quiera contarle al mundo.La producción es impactante, y sólo hace una leve sombra el escaso
espacio que tienen las mesas puestas en la región delantera de la platea (fue
remodelada toda la sala del Broadway) que enciman a los espectadores.
Lejos de ser una comodidad, el resultado es contrario. También en el
comienzo, la bodega Rutini ofrece una atención con una copa de espumante: el
sommelier a cargo ofrece un 10% de la copa (no es la medida de servicio habitual
protocolar) y su contenido llega fuera de temperatura (caliente). Detalles
simplemente, que desentonan con la enorme y genial producción que desde esta
semana estrenó en calle Corrientes.
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