La última voluntad de Philip Seymour Hoffman fue que sus hijos no crecieran
como unos malcriados. Según ha publicado «The New York Post», el oscarizado
actor, que murió tras una sobredosis el pasado febrero con 46 años, repetía a
sus amigos que no quería dejar su fortuna a sus tres hijos porque no quería «que
fueran unos niños mimados».James Cahill, el encargado de velar por los tres hijos del actor –Cooper,
Tallulah y Willa–, se ha reunido con el administrador de Seymour Hoffman, David
Friedman, para conocer el estado de sus cuentas. «Friedman mantuvo
conversaciones con Hoffman el año antes de su muerte sobre lo que quería para
sus hijos», aseguró Cahil ante la corte de Manhattan, donde están solucionando
el destino de la fortuna del actor.De hecho, Hoffman quería que su patrimonio, estimado en más de 25 millones de
euros, quedara en manos de su novia y madre de sus hijos, Mimi O’Donnell.El problema es que como la pareja no contrajo matrimonio antes de la muerte
del actor, que O’Donnell herede la fortuna de Hoffman es difícil. «Él
simplemente no creía en el matrimonio», han alegado las partes ante la Corte de
Manhattan. «Friedman ha visto cómo Hoffman trataba a Mimi como su esposa»,
explicaron.
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