2015 se dedicó a contar historias que implicaron un quiebre en las
ficciones que hasta ayer emocionaban y llegaban a generar fanatismo en
el espectador. El azar permitió resurgir un género olvidado, quizás para
que se establezca o, al menos, para dejar su marca en la pantalla. Un formato que era casi un recuerdo, hoy aparece como espacio
obligado en la programación: los unitarios. En un año donde el público
se sintió poco seducido por las tiras, las nuevas producciones
respondieron a las luces de alerta y coincidieron en la inclusión de
asesinos, pasiones, encierros y tensiones. Julio Chávez volvió al ruedo
con Signos para El Trece y Underground revivió en la tele escenas del pasado reciente de la Argentina, con Historia de un clan. Al final del año, la TVP entregó en su pantalla a Cromo y Variaciones Walsh; antes había ofrecido con La verdad, El mal menor y Fábricas, entre otros.Pero si de historias se trata, el territorio argentino se convirtió en la sucursal de éxitos de Las mil y una noches, Rastros de mentiras y ¿Qué culpa tiene? Fatmagül, mientras que escatimó atención a las apuestas locales Entre caníbales y Noche y Día. De ellas, sólo Esperanza mía obtuvo el crédito de la audiencia, hasta el último momento. .A pesar de dicha experiencia, 2015 volvió a proponer al género
estrella para lo que viene, y excluye las largas historias de amor.
Queda explícito que, al menos por ahora, el televidente prefiere el
drama en menos de 13 capítulos
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