El galán no tiene 20 años pero esa facha dura siempre. Ha cultivado el amor con su mujer, ha formado una familia, ha tenido crisis, las ha remontado, las ha vuelto a tener. Nada que no le pase a cualquiera. El otro galán tampoco tiene 20, pero tiene menos que el anterior. Unos... quince menos? Más o menos. Tampoco seremos tan justos con las matemáticas. ¿Para qué? Dejemos un amplio espectro de posibilidades. La edad no importa.Lo importante es el amor. Porque aquí lo hay, y está bien! Eso es lo que vale.Pero las formas son las formas, hay que cuidar una imagen, una tradición, un estilo y mucho menos nadie quiere defraudar a una platea femenina tan fiel.Por eso, nada mejor que irse lejos a vivir la pasión. La casa queda en una apartada isla del Tigre, allá donde el Delta se pierde entre camalotes y mucho verde que te quiero verde. Hay que tomar una lancha colectiva pero es un poco arriesgado, y la posición económica de los galanes permite tener una propia amarrada en el puerto. Las escapadas no son continuas, pero suceden cuando los tiempos lo permiten. En este momento ninguno de los dos está grabando pero en cualquier momento uno de ellos sí, el otro hace no tanto... a veces se complica.Pero se la arreglan. Y cuando eso sucede, desaparecen dos o tres días de los lugares que suelen frecuentar. En soledad y a pesar de los mosquitos de la isla, ellos viven su amor.
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