América sabía que la apuesta de Gran Hermano en su
pantalla cambiaría su historia. El canal asumió el riesgo de un programa que
nació y creció dentro de Telefe sabiendo que el reality de mayor
repercusión mundial exige funcionalidad a cualquier precio, y hacia allí se
dirigió GH2015 desde su estreno. En esta edición, el reality marcó la mayor cantidad de records
dentro y fuera del reglamento, pero no para bien. Tuvo al primer expulsado en la
historia del formato en nuestro país, los participantes superaron las dos
sanciones semanales por romper las reglas del juego, en tres meses y medio
lograron superar tan solo dos desafíos propuestos por la producción para
aumentar el presupuesto semanal, el sexo tuvo lugar desde el segundo día de la
competencia, uno de los participantes decidió abandonar el juego en vivo, y
encontró a un conductor enfurecido por la falta de respeto de los concursantes,
entre sí y hacia la producción del programa.Lejos del juego quedó el foco en la convivencia. Las miradas cómplices a
cámara se transformaron en un sinfin de reproches y amenazas para con los
responsables del ciclo. Tres abandonos, seis ingresos, una expulsión y ocho
eliminados modificaron el formato, que pretendía continuar con el
mismo objetivo, dentro de las reglas.Sin embargo, la apuesta 2015 de Gran hermano se le
fue de las manos a la producción, y los participantes pasaron de ser los
“hermanitos” a sus peores enemigos, capaces de arruinar una emisión en vivo,
transgredir las reglas, estar al borde de la violencia y hasta romper el
aislamiento.Lo cierto es que el reality más famoso volvió a tener sucursal en
Argentina y sin pretenderlo cambió su género. Lo que prometía ser un programa
para entretener y con pautas claras que respetar, pasó a ser una especie de
“sálvese quién pueda” dónde el límite ya no lo determina el reglamento.
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