Sin una gran inversión, sin caras nuevas, sin cambios en el formato y en el mismo horario, A todo o nada paso a ser la vedette de las tardes de la pantalla de El trece. El programa alcanzó la semana pasada sus números más altos del año, una marca que ya revalidó en tres oportunidades este mes, a base una fórmula tan sencilla como efectiva: juegos simples y mucha química. Desde 2005 y hasta 2009 fue El último pasajero en Telefe, un programa que – como en los 70 Felíz domingo – ponía a competir colegios por un viaje a Bariloche. En 2011 llegó a la pantalla de El trece como Bariló a todo o nada y un año después pasó a ser simplemente A todo o nada, dejando de lado los viajes de egresados, y convirtiéndose en un programa íntegramente de juegos, en el que los participantes compiten por distintos premios, en diferentes desafíos.Todas las temporadas las condujo Guido Kaczka, al que hoy vemos en su mejor versión. A diferencia de otros años el conductor se anima a jugar, a improvisar, a proponer, y es en esos idas y vuelta con los participantes, en lo espontáneo de sus intervenciones, que el ciclo encuentra su mayor capital.A todo o nada no necesitó desembolsos millonarios en formatos, ni grandes inversiones y puestas en escena para ser un éxito. Se reinventó, supo dar con un ritmo, traer juegos simples y dinámicos, que sumados a un conductor que sabe llevar con talento los tiempos del aire, y también salirse del libreto si es necesario, se consolidaron como las estrellas vespertinas de El Trece.
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