martes, 18 de junio de 2013

Un hombre que nunca bajó los brazos: así hablaba de su enfermedad

"Me dieron la peor noticia de mi vida, pero estoy en el mejor estado", sostuvo el empresario gastronómico Federico Ribero en julio de 2011, durante su primera entrevista, por Radio 10, en la que hablaba de la enfermedad que padecía, la cual le fue diagnosticada el 31 de mayo de ese año.Ese día le habían informado a Federico que presentaba un cáncer de pulmón, con metástasis en pleura, pericardio y diafragma. Un pronóstico muy complicado, según habían reconocido los médicos, pero que había logrado superar tras una dura batalla, que incluyó en una primera etapa drenajes, quimioterapia, rayos y tres operaciones en sólo siete meses. Consultado el año pasado por la revista Susana sobre cómo había empezado la enfermedad, Federico detalló: “Comencé a sentir los primeros síntomas en abril de 2011, en la India. Viajé con Juan Mora y Araujo y con Pablo Lo Re. Aunque sabía que no era un viaje cómodo, que no iba a tener todo el confort al que estaba acostumbrado, quería asistir a los cursos de meditación en el Ashram de Bangalore. Empecé a sentir un gran cansancio. Los veía a Juan y a Pablo trepar la cuesta delante de mí, y yo no podía seguirlos, me agitaba. Me parecía raro que ellos, que no eran tan amantes del deporte, pudieran hacerlo sin problemas. Yo atribuía mi estado al cambio de clima, de horario, de comidas. Cuando regresé a Buenos Aires, fui al gimnasio, y sólo pude correr en la cinta 1 minuto. Paré y dije. Basta, no doy más”.Un amigo le recomendó visitar a Jorge Lantos, “un clínico al que hacía tres años que tendría que haber ido para un chequeo”, lamentó Ribero y continuó: “Me empezó a revisar, y me pidió una tomografía. Me la hice, y me pidieron que esperara un rato para ver si el estudio estaba bien. Me dijeron que tenían que repetir el estudio. Algo malo habían encontrado, pensé. Cuando salí de esta segunda tomografía, me dijeron: Tenés dos litros de agua en la pleura. Vamos a hacer una punción para la biopsia. Tardaron una semana en darme el diagnóstico”.“Al poco tiempo me hicieron un nuevo estudio, y dio que se había formado líquido de nuevo. Otra vez el drenaje, y esta vez me sellan la pleura. Comencé las sesiones de quimioterapia. Le tuve mucho miedo a la primera sesión. La noche de la primera sesión me desperté con náuseas, con vómitos. Pensé: Me estoy muriendo. Es el momento. Ahora”, recordaba el esposo de la modelo Andrea Bursten, con quien mantuvo una relación durante 18 años.Esa primera etapa de quimioterapia fue exitosa, le redujo el tumor, algo necesario para luego poder someterse a la primera cirugía, donde le sacarían parte del pulmón: “Era como volver a empezar. Fue un bajón terrible. La operación fue el 6 de diciembre de 2011. Duró 4 horas. Bueno, después de esa operación, todos se abrazaron, lloraron, porque había sido un éxito. Aparentemente estaba curado”, señalaba Federico en el reportaje.Durante la nota, el empresario, de 43 años, afirmaba que el tumor había hecho nuevamente metástasis, pero no bajaba los brazos y se aferraba a la esperanza. En abril de 2012 le hicieron una tomografía con contraste y salió que tenía nuevamente un punteado en la pleura. “Si yo hubiese tenido solamente el tumor, hoy (por septiembre de 2012) estaba curado. Pero como se había expandido bastante a otros cuatro lugares, quedó el riesgo de que alguna de esas células siguiera por todo el cuerpo, y se instalara en otros lugares. A mí me apareció un poquito en la pleura, en una vértebra y en la cintura. Con rayos me las mataron. Pero tuve que volver a la quimioterapia”.Para septiembre del año pasado, Federico confiaba en que las sesiones “en un mes me la van a reducir bastante”. El cáncer se volvió a frenar pero no desapareció. Si bien le dio un respiro a comienzos de 2013, donde pudo disfrutar de las vacaciones en familia y de paseos con sus amigos, hace varias semanas volvió a recaer. Anoche falleció en el Sanatorio Los Arcos. Sus restos no serán velados pero su cuerpo será inhumado en el cementerio Jardín de Paz, de Pilar, a las 9 de hoy. Tenía dos hijos, Francesca, de 10 años, y Stefano, de 7.

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