A la hora de encarar el divorcio que se viene, la postura de Karina Jelinek por un lado es mostrarse firme y enojada,
dura en sus conceptos y tratando de hilvanar frases que no la muestren
débil o en su habitual pose de no saber nada de nada; y por otro como abandonada esposa que fue víctima de cuernos y se despertó una mañana durmiendo con el enemigo.Contamos ayer que lo cierto es que Jelinek le "prestó" 50 mil dólares
a Fariña para que los invierta y los convierta en 133 mil, a través de
un pagaré que ella dice tener firmado por su esposo, y que pretende
recuperar en dinero para irse del piso de Libertador y San Martín de Tours que ella dice que él le regaló y él dice que alquila.Jelinek tratará de probar que la plata ganada por ella durante el matrimonio con Fariña la fue gastando en el "vivir" y que no hay bienes acumulados para dividir con su ex.No quiere tener que poner un peso porque sabe que Fariña no tiene casi nada a su nombre, y la última que le faltaría -dice- es tener que ser ella la que ponga plata en este divorcio.
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