domingo, 2 de agosto de 2015

Un “Gran Hermano” acorde a los tiempos, sexo, violencia y alcohol

No es un “Gran Hermano” como los anteriores. Es un reality donde algunos de sus integrantes ya eran famosos antes de entrar a la Casa, cosa que siempre sucedía cuando traspasaban la puerta hacia el afuera.Entre los que no cumplían con la consigna del “book” femenino o masculino estaba Brian. El distinto, el auténtico, el representante de una clase social alejada de lujos, viajes y experiencias mediáticas. El que vino a mostrar como todos sus debilidades y sus fortalezas, pero quizá con menos anticuerpos que otros.Por eso quedó rápidamente expuesto y de ser el elegido por “real” pasó a ser primero víctima y después victimario de un sistema que no pudo resistir. Porque para resistir en “Gran Hermano” hay que saber jugar y mentir y Brian no podía hacerlo. Se creyó el amor y la familia perfecta que lo esperaba en el country y entró en un círculo de celos y posesión que lo dejó al descubierto, alcohol mediante. Una espiral de violencia donde el perdon y la reconciliación, se sabe, no valen.Sin defensas a la hora de ser expulsado justamente por violento y sin justificativos, lo interesante ahora es mirar el espejo de la sociedad que muestra esta Casa y verlo quizá, como un emergente. Gane quien gane, “Gran Hermano” ya perdió.

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