La revista Noticias hizo este año una nota de tapa con Sara, la esposa de Jorge Lanata, de la que supuestamente acaba de separarse. Allí, la mujer describía su intimidad con el periodista:¿Te molesta el humo del cigarrillo?Solo en el cuarto, pero ahí no fuma.Desde enero del año pasado,
Lanata no necesita hacerse diálisis. No está curado sino bajo control y
sus riñones responden. Se cuida mucho, con una dieta estricta que le
preparan especialmente. Por otro lado, por
su problema de apnea (breves interrupciones de la respiración durante el
sueño que impiden oxigenar el cerebro y dormir profundo), duerme con
una mascarilla Bipap (bilevel positive airway pressure o dos niveles de
presión positiva de aire). Ya es rutina, dice buenas noches y se pone
la máscara. No siempre se la deja toda la noche pero la usa porque sino,
no podría estar tan productivo.¿Cómo te cae el cartel “ángel salvador de Lanata” que te pusieron por tu papel en ayudarlo a salir de las drogas?
No me reconozco en ese lugar. En todo caso, él se salvó solo y yo lo
acompañé. Él decidió hacer su rehabilitación y yo no me metía en
eso, cada tanto le preguntaba cómo estaba porque él no consumía
socialmente sino para producir. Siempre tuve clarísimo que yo debía
acompañarlo en ese proceso, pero que era su decisión. No fui artífice de
nada o, en todo caso, fui un factor más entre otros muy importantes. Yo
siempre soy la pesimista, la que tira las pálidas. Con el trabajo, de
lunes a lunes, estoy enojadísima, cuántos laburos tiene, participa
físicamente en todo lo que hace. Vivir con él es como estar de cierre
constante, siempre hay alguna presión por algo. Y si no, se aburre. En
general, no salimos, nos quedamos en casa y nos reunimos con amigos
superqueridos. Vemos muchas pelis pero vamos poco al cine. En
vacaciones, a los quince días ya no aguanta y se inventa un laburo, se
pone a escribir. Pero siempre lo supe, es así.
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