Aunque el televidente no lo asimile, el programa Los Unos y Los Otros plantea implícitamente la estructura clásica de cualquier telenovela cotidiana que podamos ver.El programa conducido por Oscar Gonzalez Oro está establecido como un
talk show, o también como un reality, pero su columna vertebral es la
de una telenovela.Apenas comenzada la emisión, se plantea una situación ‘X’: ya sea un
familiar con una problemática específica, o alguien que se encuentra
perdido, hasta una colecta solidaria a favor a alguna organización. La
presentación de la situación del día se prolonga durante unos minutos,
para que el televidente tenga una aproximación de lo que puede llegar a
ocurrir durante la transmisión, y actuar así como el ‘gancho’ que atrape
al mismo.Es finalizado el planteo cuando generalmente es el turno del momento
de quiebre: el llamado de un televidente diciendo que vio a la persona
que se encuentra pérdida, la complicación de un factor hasta el momento
impensado, y demás sucesos que cambian totalmente el hecho que se venía
tratando. Cuando ocurre esto, el programa parece acelerarse y tomar un
ritmo vertiginoso, lo que hace que el mismo conductor adopte esa
postura. Oscar González Oro comienza a pedir entonces que, por ejemplo,
se llame a la policía, o a defensa civil, o al organismo
correspondiente, según el caso. Comienza una carrera contra el tiempo, y
así mismo contra la finalización de la emisión: si hay una persona
perdida y hay un indicio, hay que encontrarla para así cerrar el ciclo;
si alguien busca a su pariente perdido, y hay una prueba de ADN por
descubrirse, hay que develarla; y darle el final correspondiente a la
historia. Es exacto el paralelismo con las novelas transmitidas hoy en
día: en cierto punto del capítulo hay un punto de desequilibrio, y los
personajes deben desarrollar acciones para que todo vuelva a
equilibrarse, o no.El final o desenlace de cada emisión tiene que resolver lo planteado,
o al menos dejar una puerta abierta para seguir tratando el caso en el
día siguiente. Aún así, y obedeciendo a la estructura dramática clásica,
una vez transcurrida la hora y media de programa hay una transformación
en la persona que protagonizó la historia, que no tiene vuelta atrás. O
se encontró a la persona desaparecida, en algunos casos, o la juntada
benéfica tuvo éxito, o la persona encontró a su pariente perdido. Un
reality show que se asemeja a típico episodio de una telenovela, una
estrategia que funciona desde que comenzó la conducción de Oscar
González Oro, a comienzos de éste año.
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