Hasta ahora la familia (su madre Inés Estevez), su padre (Fabian Vena),
no habían dado a conocer la situación que vivían con una de dos hijas,
pero esta vez, en el Día de la Concientización del Autismo, la actriz
publicó una carta en la que habla sobre el tema, y relata que situación
que vive su propia hija de cinco años.Este es el texto publicado por Inés Estevez en sus redes sociales el sábado pasado:Hoy también es el día de la Concientización sobre el Autismo, y como es
útil mencionarlo, aprovecho para trasmitir lo siguiente: me está matando
un poco aquello de “no digas autista, es una persona con autismo“. Equivale a decir “no digas actriz, es una persona que actúa”, o “no digas mujer, es una persona con vagina”.Aclaro que tengo una hija que no es autista, pero tiene una
condición madurativa tan compleja como eso. Quizá mayor, porque es
inclasificable. Es decir, no hay manual que acompañe el caso.Desde este conocimiento del asunto, digo que modificar la semántica
no mejora necesariamente la conciencia de convivencia con todo y todos
aquellos que son diferentes.Me desespera cuando escucho “no son indígenas, llamémoslos pueblos
originarios” mientras los cagan a palos en el Impenetrable, o cuando
dicen “no tienen una incapacidad sino capacidades diferentes”. Mierda,
todos tenemos capacidades diferentes. Todos SOMOS diferentes. Mi hija
tiene la incapacidad de hablar y está por cumplir 6 años, es incapaz de
comer, hacer pis, beber, taparse y destaparse en la cama o sacarse los
zapatos por sí sola. No puede decirnos cuando tiene hambre o frío o le
duele algo. Somos tremendos necios si no aceptamos que tiene una
incapacidad.Ahora resulta que no se dice. Pero si no fuera por el Jardín de los
Cerezos, ella no podría haber ingresado en una institución educativa
común porque tenía 3 años y medio y no caminaba ni hablaba ni sabíamos
cuánto comprendía. Y le hizo y le hace genial interactuar con chicos que
no tienen incapacidad. No se dice “discapacitado”, pero tres colegios especiales diseñados para
chicos “con capacidades diferentes” la rebotaron porque no entraba en
ninguna de las patologías que allí se manejaban: no es hipoacúsica, no
es autista, no tiene parálisis cerebral, no tiene TGD. Otro ejemplo que me enerva es cuando el ministerio cambia los nombres de
los niveles educativos, pero los maestros y profesores cobran miserias y
muchos siguen sin tener idea de pedagogía y formación. La forma no
mejora el fondo.En fin. Dejémonos de joder. Seamos compasivos, no utilicemos
denominaciones a manera de insultos, no estigmaticemos. Pero más allá de
apoyar las proclamas para llamarlos de un modo adecuado, hay que
ocuparse de lo que vale: reconocer esas minorías, aceptarlas,
incluirlas.Aquello de “ese nene tiene problemas, no lo mires que se va a sentir
incómodo”…. Craso error. Miralo, tocalo, acercate, interactuá. Para él
vos también sos raro. Pero en definitiva si le gritás va a llorar, si lo
acariciás te va a dar un beso, si le hacés un chiste se va a reír, y si
querés -y él también quiere- pueden jugar juntos un rato.“Es un chico igual a todos” es mentira. No es igual. Nadie es igual a nadie.“LA VERDADERA IGUALDAD, PRESUPONE EL RECONOCIMIENTO DE LAS DIFERENCIAS”.Incluí. Compartí. Observá. Comprendé.
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